Cachopo en Sidrería Santa Bárbara (Mieres)

El otro día decidimos ir a probar el cachopo que nos recomendaba Javier a través del email. Javier nos comentaba que había un cachopo muy rico en la Sidrería Alberto, pero ahora ha cambiado de nombre. Ahora se llama Sidrería Santa Bárbara y ha cambiado notablemente su apariencia.

No se trata de una sidrería al uso, es algo más moderno, todo blanco lo que da una gran sensación de espacio abierto. En la parte de arriba tienen un comedor más pequeño y en la parte de abajo un comedor mucho más amplio, que fue donde nos tocó comer a nosotros.

Éramos 3 y preguntamos al camarero por el cachopo. Nos dijo que con un entrante y el cachopo podíamos comer tranquilamente los 3. Íbamos a comer dos personas cachopo y, como somos de buen comer, pedimos uno para cada uno. El camarero se portó genial porque nos trajo sólo uno para los dos y teniendo en cuenta el tamaño (suficiente para ambos) y el precio del cachopo (21 euros) fue una alegría.

Llegó el esperado cachopo y nos sorprendimos con su tamaño. Era enorme y además bastante grueso así que lo partimos a la mitad para ver el interior y encontramos más de dos filetes de ternera. Se puede pensar que se hace pesado, pero para nada. La carne estaba exquisita, muy tierna y con un sabor muy bueno. El relleno era más que correcto, el jamón suficiente para no notar demasiado la sal que suelen llevar y con bastante queso que, para mi gusto, estaba delicioso. Además, venía acompañado de una ración abundante de patatas (sobraron) y de dos espárragos rebozados, algo innovador que siempre agrada encontrar.

El único «pero» que le encuentro al cachopo es el rebozado. Al partirlo se dearmaba completamente en «placas». Era un rebozado duro y demasiado consistente que se partía cada vez que cortabas un trozo de carne y entonces tenías que andar «reconstruyéndolo» y eso es algo que, personalmente, no me gusta.

Por otra parte, también tardaron bastante en atendernos después de comer el cachopo. Tardaron una barbaridad en traernos la cuenta, tanto que nos cansamos y nos fuimos a la barra directamente a pagar. Esto supongo que se debe a la gran cantidad de gente que había en ese momento en la sidrería ya que estaba (casi) llena.