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Creo que el sitio está un poco a la deriva esperando a ver qué ocurre con la cocina. La sidrería en sí está muy bien. Limpio y lleno de gente. Pero el comedor deja que desear. Recuerdo las primeras veces que fui que el suelo del baño estaba lleno de grasa. Las escaleras resbalaban de toda la grasa que tenía y el baño anima a terminar pronto y salir de ahí. Pero es que la mierda se extendió hasta el comedor. El comedor tenía mucha grasa.

Las patatas con salsas también se llevan el mismo premio. No han debido de cambiar el aceite en mucho tiempo. Las patatas estaban muy oscuras y con un sabor raro. Y eso que creo que compran las patatas en el basilio (Congeladas). Solo creo. Lo bueno es que las salsas sí estaban bien y ahora tienen el detalle de poner las patatas en una fuente especial con tres cuencos para las tres salsas. Es algo que estoy viendo en varios restaurantes de la zona y, sinceramente, me gusta.
También pedimos por 15€ unos chipirones encebollados. De esto no hay comparación con otras veces puesto que es la primera vez y tampoco hay queja ninguna.
En resumen:
– El suelo grasiento hasta en el comedor. Nunca vi algo tan grasiento. Resbalaba.
– Migas de pan en las sillas. Poca atención al detalle.
– Pan del día anterior. Blandengue e insustancial. Si no es del día anterior, que cambien de proveedor.
– Agua de marca blanca, abierta y con posible sabor a grifo (no lo confirmo pero lo sugiero… y lo sugiero mucho.).
– Patatas oscuras con sabor raro.
– Croquetas con una tez oscura.
Conclusión: Explosión intestinal al llegar a casa.
Como siempre, la atención buena. Los camareros muy bien, atentos y dando buenos consejos. Pero necesita un lavado con quitagrasa del bueno en todo el restaurante y un cambio en la cocina. El agua esparce el aceite.
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